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lunes, 2 de febrero de 2015

La propiedad sobre todo


Nuestro sistema económico está basado en el establecimiento de derechos de propiedad, los cuales, hasta el momento presente siguen siendo objeto de una profunda controversia. Por poner un ejemplo histórico, tradicionalmente se ha considerado que el establecimiento de un moderno sistema de propiedad privada en la campiña inglesa propició un incremento sostenido de la productividad agrícola, sin embargo, tal y como nos explica el historiador español Carles Sirera, fueron una serie de innovaciones técnicas, como la máquina sembradora creada por Jethro Tull, o un nuevo sistema de rotación de cultivos (sistema Norfolk) que evitaba dejar la tierra en barbecho durante un año, sin agotar sus nutrientes. La expropiación o cercado de los bienes comunales, un proceso que a lo largo de varios siglos privó a los campesinos pobres de los medios para su sustento, y que culminó, en muchas ocasiones en insurrecciones populares, perdería así su justificación utilitaria. Sin embargo, este hecho sí que fue de importancia capital para la formación de mercado de trabajo, tal y como lo entendemos ahora.

La economía neoclásica aboga porque la asignación privada de los derechos de propiedad es la mejor manera de conseguir la asignación eficiente de los recursos. Pero, el debate no es sólo entre propiedad privada frente a la pública o comunal y, si tiene sentido reducirlo a términos de productividad, sino de dónde están los límites del concepto de propiedad. Hemos de tener en cuenta que la propiedad se define en términos negativos como la capacidad que tiene quien la detenta de impedir o controlar el acceso, lo que es mucho más sencillo de ejercer con bienes tangibles que con los intangibles como es el caso del conocimiento y, no se trata, como en el caso de la rivalidad de una propiedad inherente ya que debe ser establecida mediante instituciones. ¿Tiene sentido, en un mundo lleno, donde ya no existen fronteras abiertas ni siquiera en África, un derecho de propiedad absoluto, sin ninguna cortapisa, de forma que nazcan jóvenes en un mundo donde la tierra, los recursos y el conocimiento han sido completamente privatizados? Formalmente estos jóvenes seguirán teniendo la libertad negativa, la libertad de que nadie se oponga a (tener trabajo, propiedad, expresión, etc), pero será muy difícil convertirlo en libertad efectiva. La libertad negativa es la que Zygmunt Bauman define como la de aquel que es libre para salir del país, pero no tiene dinero para comprar el billete. En un mundo lleno, conseguir un billete es cada vez más difícil.

Pero, en este artículo no pretendemos analizar toda la problemática sobre la propiedad, sino centrarnos en la propiedad de un bien muy especial, el conocimiento. Según la teoría económica el conocimiento es un bien no rival, es decir, que yo adquiera todo el conocimiento del mundo (créeme, me gustaría) no exime a nadie de adquirir todo el conocimiento que pueda. Entonces ¿por qué restringirlo? Para dar incentivos a los creadores y por lo tanto fomentar la innovación, eso nos dicen ¿es cierto?. Para que el mercado pueda funcionar sin fallos los bienes han de ser rivales y, además, se deben poder asignar derechos de propiedad de forma que con la protección del estado pueda ejercer mis derechos ante el resto de la sociedad. Históricamente, el conocimiento o la información han sido libres, sin restricciones de acceso o, muy escasas, ya que no se les asignaba derechos de propiedad. La solución del capitalismo para este fallo de mercado ha consistido en conceder derechos de propiedad que permiten ejercer un monopolio sobre el conocimiento. La no rivalidad no tiene remedio y de ahí derivan los enormes conflictos que se desarrollan entorno de las patentes o derechos de propiedad intelectual. Sin embargo, la capacidad de excluir es lo que convierte a un bien en susceptible de intercambiado en un mercado. Esto genera una contradicción insuperable, puesto que aparentemente el capitalismo propugna la libertad de mercado, su ideal es la competencia perfecta y, en teoría, aborrece los monopolios que no permiten una asignación eficiente de los recursos, pero en este caso sin recurrir a ellos el mercado no es posible.

Veamos un caso concreto, el de la empresa Gilead, farmacéutica que ha comercializado Sovaldi desde el año 2014. Solvadi es un medicamento contra la Hepatitis C que contiene la molécula patentada Sofosbuvir como principio activo. La molécula no fue desarrollada por Gilead sino por Pharmasset, adquirida por Gilead en el 2011 por un precio de 11.000 millones de dólares.

Sovaldi presenta varias ventajas respecto a los medicamentos suministrados hasta ahora: Mayor eficacia, menor tiempo de tratamiento, menos efectos secundarios, y una barrera genética alta, es decir se necesita que se acumulen varias mutaciones para que se produzca resistencia del virus al medicamento.

El principal problema para su suministro es el precio, en EEUE el precio por tratamiento es 84.000 dólares, e inicialmente el precio en España se sitúo en 60.000 euros para el tratamiento completo, pero tras negociaciones se ha rebajado hasta los 25000 euros. En Egipto donde se estima de uno de cada diez egipcios entre 10 y 59 años está infectado (debido a una vacunación masiva, hace decenios, con jeringuillas no esterilizadas) el precio es de 990 dólares. En la India donde la población infectada ronda los 12 millones de personas (la suma de infectados de Estados Unido y Europa juntos) laboratorios indios han llegado a un acuerdo con Gilead para la fabricación del medicamento como genérico (a cambio de un canon por las ventas) que podrá venderse a un precio previsto de 700 euros no sólo en la India sino en otros países con rentas bajas.

El alto precio en Estados Unidos ha provocado la apertura de una investigación por el Senado, del documento donde requiere información a Solvadi se puede extraer:

- Que el coste de desarrollo durante los años 2009, 2010 y 2011 es de 62,4 millones de dólares.
- Que los costes de publicidad y promoción se han incrementado de 116,6 millones de dólares hasta los 216,3 millones de dólares en 2013 ¿de verdad hace falta publicitar un medicamento que es la única cura para una enfermedad grave?
- Que el precio previsto por Pharmasset para su lanzamiento en Estado Unidos era de 36000 dólares (para Europa el precio previsto era un 60-70% del precio previsto en US).

Los ingresos de Gilead para el tercer trimestre de 2014 se incrementaron un 117 %, desde los 2,78 mil millones en el tercer trimestre de 2013 a los 6,04 mil millones de dólares. Los ingresos netos para el tercer trimestre de 2014 (excluyendo los relacionados con: adquisiciones, reestructuración y opciones sobre acciones como gastos de compensación) fue de 3 mil millones de dólares para el tercer trimestre del 2014. Las ventas durante el tercer cuarto del 2014 se han incrementado un 120% en un año.

Desde la lógica del sistema actual, basado en deuda, donde Gilead ha de responder ante las expectativas de recuperar la inversión lo antes posible y generar cuanto más beneficios mejor a sus inversores, la comercialización del medicamento ha sido un éxito. La mayor parte de las acciones de la empresa, un 85%, está en manos de inversores que manejan los principales fondos de inversión, planes de pensiones,.. y en concreto de las cuatro mayores empresas de gestión de inversiones globales: Vanguard Group, Fidelity Investment, State Street Corporation y Capital Group, esta última a través de su división Capital Research Global Investors.

El control total de la patente ha permito a Gilead monopolizar la fabricación, ya que la patente es un título que reconoce el derecho de explotar en exclusiva la invención patentada, impidiendo a otros su fabricación, venta o utilización sin consentimiento del titular. Como contrapartida, la Patente se pone a disposición del público para general conocimiento.

El derecho otorgado por la patente de Pharmasset no es tanto el de la fabricación, el ofrecimiento en el mercado y la utilización del objeto de la patente, que siempre tiene y puede ejercitar el titular, sino, sobre todo y singularmente, "el derecho de excluir a otros" de la fabricación, utilización o introducción del producto o procedimiento patentado en el comercio. La patente puede referirse a un procedimiento nuevo, un aparato nuevo, un producto nuevo o un perfeccionamiento o mejora de los mismos. La duración de la patente es de veinte años a contar desde la fecha de presentación de la solicitud.

El objetivo por tanto de las patentes es proteger la innovación, pero en el caso de Gilead no ha habido innovación y desarrollo. Gilead se ha apoderado de la investigación de otros mediante la compra financiada por grandes operadores económicos que poco o nada tienen que ver con la investigación pero que buscan nichos donde puedan obtener mayores beneficios.

Uno de los efectos más inmediatos es la imposibilidad de acceder por parte de las clases con menos poder adquisitivo a este tipo de artículos de primera necesidad, es endeudarse para poder disponer de ellos.

En todo caso, también se ha de considerar que cualquier innovación científica se basa en otra anterior, nada surge de la nada. Para el desarrollo de una molécula como el Sofosbuvir que inhibe la reproducción del ARN del virus ha sido necesario amplios conocimientos a lo largo del tiempo de bioquímica, física, química, ingeniería, matemáticas, informática,...y en gran parte con investigación pública como por ejemplo el proyecto Genoma Humano. La paradoja es que la asignación de derechos de propiedad que se suponen un fomento a la innovación, se convierten en su mayor obstáculo, pues el conocimiento medra cuando se comparte. Es de la asociación y cooperación entre los científicos de donde surgen los mayores avances, como dijo Isaac Newton: “Si he visto más lejos ha sido porque estaba subido a hombros de gigantes”.

Sin ese conocimiento previo, que perfectamente puede suponer más del 99,99% del coste de investigación, no habría sido posible el desarrollo de este producto. Y aquí está la paradoja, como decíamos el conocimiento es un bien no rival, y economistas ortodoxos, es decir neoclásicos (no estamos hablando para nada de marxistas o revolucionarios, sino todo lo contrario), han editado un libro llamado Against Intellectual Monopoly, en el que cuestionan la narrativa sobre la innovación. Su argumentación, que sustentan en el estudio de un buen número de casos históricos como por ejemplo la máquina de vapor de James Watt, se basa en el hecho probado de que la innovación es un camino de pasos sucesivos, pequeñas innovaciones sobre algo ya existente. La patente, o la propiedad intelectual, lo que hace es detener ese proceso de innovaciones sobre el conocimiento pasado. Y aquí Gilead es un caso paradigmático, porque no sólo su producto se basa en una fuerte inversión pública anterior, sino que además ha comprado a base de crédito todo el resto de empresas investigadoras en el terreno de los antivirales. De esta forma ha construido monopolio sobre monopolio, y augura un futuro, mientras se mantenga este concepto de propiedad, negro para los enfermos de clases bajas y medias.


Pero el modelo de propiedad que existe en occidente no es el único, India tiene una legislación restrictiva al respecto, que reconoce como verdadera innovación sólo aquello que supone cambios sustanciales respecto a productos precedentes. Gracias a eso, muchos enfermos en países emergentes podrán tener acceso a este medicamento.

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